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Inseguridad en Viña del Mar y Valparaíso preocupa a EE.UU.

Recientemente, la Embajada de Estados Unidos envió una dura advertencia a sus ciudadanos alertando sobre los peligros de visitar Viña y Valpo. En el comunicado, la embajada sugiere mantener un perfil bajo, no aceptar ayuda de extraños y no dejar objetos de valor en los vehículos.

Las paradisíacas playas de Viña del Mar y los pintorescos cerros de Valparaíso han atraído por años a miles de turistas del mundo entero. Sin embargo, la creciente delincuencia en ambas ciudades está empezando a opacar el brillo de estas joyas del Pacífico.

Recientemente, la Embajada de Estados Unidos envió una dura advertencia a sus ciudadanos alertando sobre los peligros de visitar Viña y Valpo. En el comunicado, la embajada sugiere mantener un perfil bajo, no aceptar ayuda de extraños y no dejar objetos de valor en los vehículos.

Claramente, la inseguridad en la zona ha llegado a un punto crítico si hasta las potencias mundiales están emitiendo una "alerta roja" para sus connacionales. Pero, ¿cómo llegamos a este punto? ¿Qué está pasando en el Gran Valparaíso? Analicemos la situación.

Del encanto al desencanto

No hace mucho, pasear por la costanera de Viña del Mar o recorrer los cerros porteños eran actividades completamente seguras e idílicas. Los turistas podían caminar despreocupados con sus cámaras colgando del cuello y sacando fotos a diestra y siniestra. Pero en los últimos años, la situación ha cambiado drásticamente.

Los hurtos y arrebatos se han vuelto pan de cada día. Los delincuentes acechan en cada esquina, especialmente en los sectores turísticos. Técnicas como el "rideau" (robo con cortina) o el "punga" (corte de carteras) se han popularizado. Los autos ya no están a salvo: abrir o cerrar las puertas con el control remoto es una invitación para que los ladrones escaneen y clonen las señales.

El turista desprevenido es presa fácil para los delincuentes. Y los residentes tampoco se salvan. Salir a caminar en ciertas zonas o a ciertas horas se ha transformado en una actividad riesgosa.

¿Qué sucedió? El deterioro de la seguridad tiene varios factores. Por un lado, está la crisis migratoria que vive Chile, con la llegada masiva de extranjeros indocumentados en situación de calle. Por otro, está el relajo en el control policial y la sensación de impunidad.

Sumado a esto, la pandemia dejó a muchas personas sin trabajo, empujándolas a la marginalidad y la delincuencia. Todos estos ingredientes han conformado una tormenta perfecta que tiene a Viña y Valpo en jaque.

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Reacciones encontradas

La dura advertencia de EEUU ha provocado reacciones encontradas entre las autoridades locales. Por un lado, los municipios salieron al paso defendiendo sus gestiones en seguridad ciudadana.

El alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, señaló que la seguridad turística es un tema prioritario para su administración. Y desde Viña del Mar enfatizaron que están implementando operativos policiales reforzados para esta temporada.

Sin embargo, el presidente de la Cámara de Comercio de Valparaíso, Javier Torrejón, reconoció que la seguridad es la gran deuda pendiente de la zona. Y la gobernadora regional, Sofía González, calificó el mensaje de EEUU como "desproporcionado".

Claramente, el tema genera opiniones encontradas. Ninguna autoridad quiere admitir que la situación está fuera de control, pero los hechos muestran una realidad difícil de ignorar.

El edén asediado

Viña del Mar solía ser conocida como "el jardín de Chile". Un oasis de encanto frente al mar, lleno de flores y gente en traje de baño. Valparaíso era la bohemia capital cultural, con sus cerros pintorescos y ascensores patrimoniales.

Pero actualmente, ambas urbes enfrentan serios problemas de seguridad ciudadana. El edén pacífico está siendo asediado por la delincuencia, el vandalismo y la falta de civismo.

Los hurtos y robos campean en pleno día. No solo los turistas son afectados, también los residentes sufren la creciente ola delictual. Nadie se salva en esta cruzada.

Y no se trata solo de la delincuencia común. El narcotráfico también ha permeado los barrios, con ajustes de cuentas entre bandas rivales. Los vecinos viven con miedo, encerrados en sus casas cuando cae el sol.

El paraíso de otrora se ha ido desvaneciendo. Pero, ¿todo está perdido? ¿No hay solución para esta crisis? Veamos qué se puede hacer para rescatar a las perlas del Pacífico.

Luces de esperanza

Aunque el panorama luce sombrío, aún queda esperanza de recuperar la seguridad perdida. Existen algunas luces al final del túnel que pueden marcar el camino a seguir.

En primer lugar, se requiere mayor dotación y presencia policial en las zonas de interés turístico. Es necesario reforzar el patrullaje preventivo y disuasivo para inhibir a los delincuentes.

También es clave mejorar la coordinación entre municipios y el gobierno central. Las disputas políticas no pueden estar por sobre la seguridad de los ciudadanos.

Otra medida urgente es abordar la crisis migratoria con políticas de integración efectivas. No se trata de criminalizar la migración, pero sí de establecer mecanismos que faciliten la inserción social.

Finalmente, es importante recuperar los espacios públicos y fomentar la participación comunitaria. Los vecinos también pueden aportar en la vigilancia de barrios y la transmisión de valores cívicos.

Con voluntad política, recursos y trabajo mancomunado entre los diferentes actores, es posible revertir la actual situación. Si todos ponemos de nuestra parte, las perlas del Pacífico pueden recobrar su antiguo brillo.

Debemos actuar ahora para rescatar estos iconos turísticos antes de que sea demasiado tarde. El deterioro avanza rápidamente, pero aún estamos a tiempo de cambiar el curso de los acontecimientos. Comencemos hoy y devolvamos la tranquilidad a las calles.

Qué Viña y Valpo vuelvan a ser sinónimo de paraíso, y no de peligro. Luchemos juntos para recuperar el edén perdido.